El 20 de octubre de 1998 entré a
trabajar en la empresa Giner y Colomer de Vallada. Eran años de expansión para
la industria del mueble de madera. Las empresas del sector tenían unos altos
índices de producción y ventas. Actualmente el sector como tantos otros se encuentra
en crisis, bajan las ventas y los empresarios se ven obligados a reducir plantilla
o a cerrar el negocio.
Durante estos años por Giner y
Colomer han pasado varios compañeros de trabajo. Algunos ya trabajaban allí
cuando me contrataron, otros entraron más tarde, aunque algunos fueron víctimas
de la crisis. En una perfecta simbiosis, nosotros los trabajadores hemos vivido
gracias al trabajo que nos ha ofrecido la fábrica. Por otra parte, la empresa,
ha obtenido unos beneficios gracias a nuestra labor.
Una parte de nuestras vidas ha
transcurrido en esos edificios. Cuantas vivencias y emociones quedan atrapadas
entre esos muros. Hemos celebrado cumpleaños, cenas y comidas, hemos reído y
llorado, hemos compartido ilusiones y temores. Algunos acontecimientos también
han sido motivo de celebración: bodas, nacimientos de nuestros hijos,
comuniones y como no, también nos hemos juntado en algún funeral.
Ahora, otra
compañera de trabajo y yo, somos los que debido a la crisis hemos tenido que
decir adiós a los que allí se quedan. Han sido días extraños, llenos de
tensiones y desconcierto. No es agradable tanto como para el empresario, como para
el trabajador pasar por ese trance. Para nosotros ha sido una satisfacción
poder trabajar en Giner y Colomer, donde hemos tenido un trato digno y
satisfactorio. Siempre hemos tenido los derechos que ha marcado la ley. Después
de aceptar las circunstancias, al final, siempre nos quedará el recuerdo de los
buenos momentos que allí hemos vivido.
Desde estas líneas he querido rendir un pequeño homenaje a la empresa y
a mis compañeros y compañeras.
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